¡Ay, los "Cerotes" Omnipresentes!
Radiografía de la Nulidad Cotidiana y Reflexiones Desesperadas bajo la Protección de San Pacheco
¿Alguna vez has tenido la sensación de que hay personas que parecen existir solamente para recordarte cómo no debes ser?
Esas criaturas que, aunque no sean malas en sí mismas, proyectan su vacío como si fuera un espejo universal. Personas que caminan entre nosotros sin rastro de brillo interior, pero con la suficiente presencia como para hacer sentir incómoda a la humanidad entera.
Yo les llamo “cerotes”, aunque también podrían llamarse “nadies”, “burócratas del hastío” o “agentes de la mediocridad certificada”.
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El Fenómeno de los 'Cerotes'
El cerote no tiene maldad explícita, ni intención destructiva. Más bien, es una especie de ausencia activa. Camina entre nosotros, ocupa espacio, opina sin saber, juzga sin entender. Y lo peor: se cree representativo de algo.
No es malo, no. Es peor: es nulo.
Tiene esa habilidad inquietante de convertir cualquier conversación en un intercambio de lugares comunes. Su presencia no inspira, no cuestiona, no construye. Pero está ahí, constante, insistente, omnipresente.
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Sus Características Más Destacadas
Estos individuos tienen ciertos rasgos en común que los hacen fácilmente reconocibles:
- Proyección constante: todo lo que odia, lo ve en otros.
- Pseudo-sabiduría: usa frases hechas como si fueran descubrimientos propios.
- Neutralidad tóxica: se queda callado cuando debería hablar, y habla cuando debería callar.
Son los guardianes del statu quo, los defensores inconscientes de la mediocridad. No por maldad, sino por falta absoluta de visión. Viven dentro de una cosmología estreñida, donde todo lo extraño es sospechoso, todo lo creativo es innecesario y todo lo diferente debe domesticarse.
La Frustración Cotidiana
Lo grave no es el cerote en sí, sino que terminamos viéndolo por todas partes. En el trabajo, en redes sociales, en la política… hasta en nuestra propia familia.
Y lo peor no es que estén, sino que muchas veces nos vemos reflejados en ellos. ¿Acaso no todos llevamos un poco de cerote dentro? ¿Cuántas veces nos hemos quedado callados ante algo injusto por miedo a incomodar? ¿Cuántas veces repetimos frases que no creemos solo por no generar conflicto?
Quizá la verdadera lucha no sea contra ellos, sino contra esa parte nuestra que, sin querer, empieza a hablar como ellos, actuar como ellos… pensar como ellos.
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¿Cómo Sobrevivir a los Cerotes?
Frente a esta plaga cotidiana, necesitamos estrategias de resistencia. Algunas sugerencias:
1. Reconócelos sin odiarlos.
Aceptar que existen es el primer paso para no caer en su red emocional.
2. Evita darles poder emocional.
No permitas que su vacío te contamine. Tu mundo interior puede seguir siendo vasto, aunque ellos intenten reducirlo.
3. Convierte su vacío en una lección de plenitud personal.
Si ves a alguien que vive apagado, recuerda que tú puedes elegir encenderte cada día.
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Reflexión Final
Como diría San Pacheco —santo patrono de las situaciones absurdas—: "Que me libres de los cerotes, pero que yo no me convierta en uno".
Y ahora te pregunto a ti, lector:
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¿Conoces a algún cerote en tu vida? ¿Cómo lo enfrentas?
Comparte tu experiencia. Cuéntanos quién ha sido ese personaje que te hizo rodar los ojos (mentalmente, claro), o cuál es tu estrategia para sobrevivir a su compañía. Juntos podemos construir una pequeña cosmología de lo cotidiano, una cartografía de estos seres que pululan entre nosotros, sin alma pero con voz.
¡Déjanos tus reflexiones en los comentarios!
¡Ay, los "Cerotes" Omnipresentes!: Radiografía de la Nulidad Cotidiana
¡Ay, los "Cerotes" Omnipresentes!: Radiografía de la Nulidad Cotidiana y Reflexiones Desesperadas bajo la Protección de San Pacheco
Por Pedro A Morales
¿Quiénes son estos “cerotes”?
¡Ay, los omnipresentes "cerotes"! Esa especie que uno no sabe si ponerles nombre científico o simplemente encomendarse a "San Pacheco”, patrón de los desesperados ante lo inexplicable.
Su extraña ubicuidad
Esos seres, mire usted, mononeuronales, que andan por ahí cual partículas subatómicas del 0. Menos que nulos, sí, ¡ceros a la izquierda como la suela de una chancleta vieja! No importa si uno madruga o se acuesta tarde, si va a comprar el pan o a una reunión de trabajo, ¡zas!, ahí están ellos, como el polvo en los estantes o el "olor" a mierda en los baños públicos.
La fe inquebrantable de su nulidad
Pero lo que le "descoj" a uno la bilis con estos especímenes es esa su convicción inquebrantable, esa fe que ni el más beato en "San Lázaro": ¡ellos están convencidos hasta la médula del tuétano de que todo el mundo es igual de "cerote" que ellos!
La filosofía del cerote
Es como si tuvieran unas "gafas ment
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